—Mis motivos no tienen nada que ver con el romanticismo —bufó ella, captando la insinuación—. Lo he dicho muchas veces, no hay nada entre Aer y yo. No me jugaría la vida por él...
—... Pero vas a hacerlo.
—Porque me siento responsable y porque tengo que hacerlo. Me parecen razones de más peso que un enamoramiento. De hecho, probablemente si estuviese enamorada de él no iría a buscarlo. Haría como Nuba: esperarlo eternamente... o tal vez como Taba: soñar con él sin atreverme a acercarme. Si eso es el amor, no hay duda de que yo no estoy enamorada. Porque no tengo inconveniente en ir a buscarlo, decirle que es idiota y traerlo a rastras, no importa lo enfadado o humillado que se sienta. Y eso es lo que haré.